martes, 4 de agosto de 2009

El Peronismo hoy: ¿Simple espejismo?





Por Macarena Marina.

“Para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista”, afirmaba Juan Domingo Perón como una de las veinte verdades del Justicialismo Peronista. Hoy por hoy, en vistas de las características de aquellos políticos que –de la boca para afuera- enarbolan la bandera justicialista, bien podría reformularse este principio y enunciar que para un peronista de bien no hay nada peor que otro peronista.

Aquel movimiento de masas creado en los ’40 alrededor de la figura de un líder carismático y que ha protagonizado los últimos 65 años de la historia argentina, está siendo cuestionado en cuanto a su existencia o vigencia actual. Frases como “el peronismo murió con Perón”, harto escuchadas entre los ciudadanos argentinos, van ganando terreno de cara a esta cuestión.

El máximo referente del peronismo hoy es el ex mandatario y marido de la actual presidente de la Nación, Néstor Carlos Kirchner, a quien en reiteradas ocasiones se lo ha comparado con el General Perón. Sin embargo cabe señalar que sólo es posible realizar tal analogía luego de que se haya procedido desde el partido a “peronizar al Néstor”, lo cual conllevó un intento por enfatizar el significado social del peronismo contemporáneo ante el público con un sentimiento generalizado de abandono y humillación.

Perón fue una figura muy controversial ya que recibió un fuerte apoyo desde diversos sectores de la población, sectores en donde se lo aborrecía con la misma intensidad con que se lo respaldaba. Además de los trabajadores de las clases más postergadas argentinas, fue seguido por sindicatos, militares, radicales, conservadores de las provincias del interior y miembros de la Unión Democrática ligada a la clase terrateniente.

En la actualidad, no existe una delimitación con que se puedan indicar las simpatías o antipatías pertenecientes a determinado corte social con respecto a Kirchner. La gente vota partidos, y el partido más fuerte en Argentina -luego de la gran caída del radicalismo con De la Rúa- es el Partido Justicialista. Sin embargo, debe dejarse en claro que el santacruceño no posee gran adhesión de la ciudadanía argentina, y esto puede demostrarse no sólo con el resultado de las elecciones nacionales del 2003 en las que obtuvo apenas el 20% de los votos, sino también con la imagen negativa que cosechó durante el enfrentamiento entre el gobierno y el campo tras la polémica resolución 125. El General aplicó una vasta política de bienestar que incluía la efectivización de nuevos derechos sociales, como leyes laborales, planes de vivienda, inversiones en salud y educación, etcétera. Estas conquistas sociales fueron capitalizadas por las figuras del presidente y la primera dama, Eva Perón, quien manejaba una fundación de asistencia social. Las nacionalizaciones y estatizaciones de los servicios públicos, como los ferrocarriles británicos, fueron proclamados como conquistas de soberanía e independencia económica.

La nefasta experiencia de la represión de los gobiernos conservadores, así como la ineficacia de la organización sindical, hicieron que los trabajadores argentinos y sus dirigentes vieran en Perón un aliado potencial gracias al cual la clase obrera se constituyó como fuerza auténtica y legítima dentro de la sociedad y la política argentinas. Fue de esta manera que supo conquistar a la gran masa del pueblo y movilizarla de manera tal que consiguió poner ese “alubión zoológico” en la calle manifestándose por él.

Durante el gobierno de Néstor Kirchner, y de todos los que le sucedieron al gobierno de facto que derrocó a María Estela Martinez de Perón, Argentina asiste a un Estado ausente, en donde no se busca como fin último el bienestar y la justicia social, sino el beneficio propio por parte de los gobernantes. De esta manera, se estaría quebrantando uno de los principios del peronismo postulado por el General Perón, según el cual la escala de valores de todo peronista en la acción política es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento, y luego los Hombres.

El gobierno “K” se caracteriza por la implementación de políticas activas con respecto a la promoción de Derechos Humanos, pero como contrapartida es caracterizado también por los numerosos hechos de corrupción que se sucedieron durante su gestión. Puede decirse que un rasgo común con el gobierno popular peronista es el hecho de haber procedido a la estatización de algunos servicios públicos, que luego de estas medidas disminuyeron en la calidad de sus prestaciones. Mas no debe olvidarse la promesa realizada durante su campaña electoral en la cual propuso hacer resurgir, cual Ave Fénix, las redes ferroviarias que mantenían conectado a todo el país, y que luego de su muerte, acarrearon la desaparición de varios pueblos del interior.

“El primer trabajador” enfrentó tenazmente a los poderes instituidos, emprendiendo así una inmensa lucha contra la Iglesia y la oligarquía, quienes se encargaban de transmitir y legitimar la riqueza y el prestigio social y determinaban además las ideas vigentes sobre la legitimidad social y cultural, a las que les negó la autoridad y el poder simbólico del que gozaban. Esta maniobra fue también adoptada por Kirchner, quien se enfrentó ásperamente con la iglesia católica, los militares y los sectores rurales, de una manera muy poco inteligente y generando siempre una gran polémica.

“En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo”, dogmatizaba Perón dentro de la enunciación de esas 20 verdades que definían al peronismo, dejando entrever de esta forma, aquel pecado que nunca se le ha perdonado: la demagogia. Vale aclarar que dentro del marco de lo que significaba el peronismo, este postulado no resultaba chocante. Ahora bien, Kirchner se aferró al fácil camino del populismo y de la demagogia para ir incrementando su popularidad y revertir su paupérrima legitimidad de origen. En vez de afrontar los problemas y tomar el toro por las astas, siempre eludió las soluciones de fondo, disfrazando los problemas, mintiendo, falseando la verdad o manipulando la opinión pública para esconder y ocultar las dificultades y problemas.

Sin lugar a dudas, para un Peronista de bien, no puede haber nada peor que otro Peronista. O quizá efectivamente exista algo peor: muchos peronistas enfrentados disputándose el poder, contrariando los mandatos de Perón y violando particularmente ese anhelo del General de lograr una Argentina socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana en donde el rol de los peronistas sería el de garantizar la Justicia Social y la Ayuda Social. Se trata de funcionarios que aún no tienen en claro que, como bien dijo el General, “Mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar”, de funcionarios que no tienen presente el legado de Perón para estas épocas de vacas flacas: “Pongan el carro en movimiento que los melones se acomodan solos”.