martes, 28 de abril de 2009

La Noticia Rebelde

Por Macarena Marina

Parece no haber tarea más difícil que definir el concepto de noticia, luego de observar las distintas posturas de los periodistas al respecto, puesto que es posible observar a primera instancia visiones muy distintas y hasta antagónicas sobre este término que muestra una gran complejidad a la hora de ser definido.
Entonces, cabe preguntarse qué es lo que se entiende actualmente por noticia en las redacciones de los distintos medios de comunicación masiva y cuáles fueron los motivos que han llevado a que se produzca una gran modificación en la manera de entender y producirla.

En el pasado, un pasado no tan remoto, la noticia no era más que un producto político-ideológico, a la orden de diversos grupos de poder o ideológicamente definidos. Cabe señalar que no perseguían -bajo ningún concepto- fines de lucro, es decir que carecían de cualquier interés comercial.
Sin embargo, vale aclarar que tras la caída del muro de Berlín, con la consecuente caída del régimen socialista, finaliza el tajante antagonismo que enfrentaba a comunistas y capitalistas, y que había encontrado en la Guerra Fría su máxima expresión. El mundo se organiza de esta manera tras un sistema capitalista que se caracteriza por la apertura de mercados y por la aparición del proceso de globalización.
De esta manera, y ante este panorama mundial, los medios advierten que su objetivo carece de sentido puesto que la ideología ya ha sido definida, de manera tal que su cometido finalmente se ha cumplido. Es a partir de este quiebre a nivel mundial que se producen los cambios en los medios de comunicación, los cuales se convierten en empresas cuyo objetivo es obtener el mayor rédito económico, y en las noticias, sus “mercancías” que deben atrapar la mayor cantidad de clientes posible.

Actualmente, la noticia es un producto resultante de la ficcionalización de un hecho o acontecimiento noticiable de interés público, cuyo único objetivo es captar la atención del lector con el fin de aumentar la cantidad de ejemplares vendidos, para así poder responder a los intereses económicos del medio, que por supuesto se hallan en detrimento de los intereses económicos de los otros medios.
Podría decirse que no es otra cosa que un mero recorte de la realidad, el cual es “adornado” de diversas maneras y a través de diferentes prácticas con el fin de venderle al público una mercancía interesante en plena vorágine periodística que lleva implícita una gran lucha entre los medios por atrapar nuevos clientes.
De esta manera, entra en el terreno de la discusión la objetividad. ¿Realmente se puede hablar de objetividad cuando la noticia implica una selección de un hecho, de entre tantos miles más que también son dignos de ser contados? ¿Se puede hablar de objetividad, sabiendo que con esos pequeños “detalles” que implica la ficcionalización de la realidad, se introduce la subjetividad del periodista?

Por un lado podrán vislumbrarse los periodistas que utópicamente postulan la existencia de la objetividad en los relatos de los acontecimientos noticiosos y resaltan la independencia como una cualidad donde esta preciada característica –la objetividad- se hace posible, este es el caso del Secretario General de la Redacción de La Nación, Fernán Saguier, quien sostiene: “Es preciso ser objetivo, no debemos ser emocionales ni subjetivos, ya que los medios exitosos son los independientes, objetivos y distantes”.
Por otro lado se vislumbrarán periodistas que sostienen que la objetividad no existe, como José María Pasquini Durán, editor de Página 12, quien afirma que la noticia es ficción dado que está producida con el fin de atrapar la atención de la audiencia e indica que “en la medida en que la competencia se hace más severa, para retener el interés del lector, hay que entretener y sorprender cada vez más. La misma realidad la tengo que producir de distinta manera, y al producirla le estoy introduciendo mi subjetividad”, apuntó Pasquini Durán.

En síntesis, se podría definir a la noticia como un recorte de la realidad sobre determinado hecho de actualidad que merece ser informado por su interés social. Se trata de la mercancía con la que deben comercializar los medios de comunicación. No es más que el resultante de un proceso en el que el periodista, atendiendo los objetivos de la empresa a la que responde con su labor profesional, ficcionaliza la realidad con objeto de elaborar un producto capaz de atraer la atención de los lectores-clientes.

martes, 21 de abril de 2009

INSEGURIDAD: ¿FANTASIA O REALIDAD?

Por Macarena Marina

Mucho se ha debatido durante estos últimos meses sobre La Inseguridad que mantiene en vilo a la sociedad argentina, luego de las fuertes declaraciones esbozadas por algunas figuras públicas y de los importantes cruces que se produjeron entre funcionarios del Poder Ejecutivo y miembros del Poder Judicial en torno a esta problemática socio-política, que no parece ser más que el resultado de un Estado ausente y con serias deficiencias para asegurar el orden público y el pleno goce de los derechos y libertades de los ciudadanos. Pero, ¿a qué se refieren cuando hablan de la inseguridad los argentinos? ¿A una simple sensación infundada por los medios masivos de comunicación o de una cruda realidad que golpea fuerte a todo el pueblo argentino?

Se puede apreciar cómo algunos enarbolan la propuesta de la "Mano Dura" como una única salida para combatir la inseguridad, y hasta se animan a apoyar la idea de implementar la Pena de Muerte. Otros, en cambio, minimizan la situación, como intentando tapar el sol con un dedo, llegando a afirmar que "la inseguridad es una sensación infundada por los periodistas" y que no responde a otra cosa más que a la manipulación política.

Sin embargo, la realidad ha demostrado que se trata de un tema aún más complejo, y la solución no parece ser tan lineal, ya que no reside exclusivamente en un tratamiento policial del problema, enfatizado en medidas que apuntan a la modificación del sistema judicial argentino, el saneamiento de las fuerzas de seguridad encargadas de combatir el crímen y la implantación de duros castigos a quienes cometen las infracciones. La solución tampoco parece ser la mera reducción del problema, entendida como una escapatoria a este escenario preocupante, de modo tal que no se puede hablar de una simple "sensación" que es infundada por los medios de comunicación, los cuales estarían abocados a "inflar" y "exagerar" el tema de la inseguridad. No se la puede reducir a una "sensación". Una sensación no mata, no roba, ni viola.

La inseguridad golpea como problemática social en forma transversal, castigando a toda la sociedad: ya no se trata de villas o countries, ricos o pobres, sino que impacta al grueso de la población argentina. La problemática está plagada de causas que explican sólo parcialmente el fenómeno, y ninguna propuesta de trabajo que no contemple el orígen multifactorial de este fenómeno social tiene chances de lograr éxito.

Drogas, alcohol, pobreza, impunidad, ausencia de justicia, una débil concepción del valor por la vida y la propiedad privada, una sociedad que ha perdido la cultura del trabajo, familias desintegradas, ausencia de diálogo en el hogar, una educación que muestra grietas, con códigos morales destruidos y una fragmentación despiadada, son solo algunos de los componentes de una larga nómina que en combinación, conforman el coctail que deriva en este desastre actual.

Cabe señalar que la relación entre el consumo de drogas y el delito aumenta, y que de este modo, terminan por producirse los homicidios salvajes que se suceden día tras día en las noticias que nos brindan los medios de comunicación. Así, el viejo punguista, el histórico descuidista, el legendario caco son hoy especies extinguidas, y hasta casi extrañadas con nostalgia, cuando actualmente cualquier jóven drogado roba y mata sin conciencia. Hasta la crisis de 2001 sólo el 20% de los internos en Casa del Sur (ONG vinculada a la rehabilitación de adictos a las drogas) tenía una vinculación con el delito. Esa proporción fue en aumento a medida que el "paco" amplió su universo de consumidores. En los últimos años explotó la situación, resultando esa proporción inversa: el 80% de los jóvenes adictos que se atienden están relacionados con el delito.

No podemos tildar de sensación a la inseguridad cuando en todo el Conurbano hay un robo a mano armada por hora y un homicidio cada cuatro. La cifra de arrebatos callejeros es aún más alarmante, puesto que en la primera quincena de diciembre se contabilizó uno cada tres minutos y medio. Así mismo, y en ese mismo período de tiempo, se registraron 6 mil arrebatos callejeros y 2.250 robos en salideras bancarias. Y se presume que se produce un asalto a una casa cada quince minutos. En cuanto a este delito, cabe señalar que durante los primeros seis meses de este año se contabilizaron 27 denuncias mientras que en el mismo período del año anterior sólo fueron diez. Además, un informe realizado por expertos en seguridad señala que en el Conurbano en la primera quincena de diciembre se registraron 1.295 robos de autos, 80 secuestros exprés y 150 abusos o violaciones.

Por su parte, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires confiesan percibir una gran inseguridad y un incremento del delito. Con referencia a la percepción general de inseguridad, los encuestados la calificaron como "alta" en el 71% de los casos. Tan sólo un 2% la califica como "baja". También se observa un sensible crecimiento de la percepción del incremento del delito: casi el 60% de los entrevistados cree que la inseguridad aumentó en el último año, mientras que un 37% afirma que la inseguridad es alta y se mantiene igual que el año anterior.

En diversos países se difunde la idea de apoyo a la "mano dura". A la luz de la experiencia y los datos disponibles para efectivamente reducir el delito habría que considerar otros aspectos. La mano dura, si no está acompañada de otro tipo de medidas, agrava el problema en lugar de solucionarlo. En la realidad de los países en los que rige, esta práctica ha llevado a empujar aún más lejos de la sociedad a los jóvenes en riesgo y llenar las cárceles de ellos.

No se trata de instalar un muro divisorio entre dos localidades, ya que de esta manera sólo se logra generar más escisiones y violencia entre los distintos sectores sociales. Tampoco se trata de montar un juego de Gran Hermano en plena ciudad de Buenos Aires, duplicando la instalación de aparatos de monitoreo en distintos lugares públicos y colocando cámaras para controlar las denominadas "zonas calientes".

Efectivamente combatir la inseguridad implica desarrollar políticas de desarrollo social, promoviendo la inclusión de todos los habitantes del país, con lo que se debe apostar a la educación. Se trata de un trabajo en conjunto entre los distintos ministerios, el poder judicial, y las fuerzas de seguridad, para así combatir los diferentes factores causales de este problema. Se requiere de políticas activas capaces de generar fuentes de trabajo, de alfabetizar, de proteger a las familias y a los servicios públicos. Para solucionar este problema de enorme relevancia en la agenda pública, es menester llevar adelante políticas integrales para poder combatir el problema en sus múltiples aspectos. Y de esta manera, efectivamente se podrá hacer de "Argentina, un país en serio".