martes, 21 de abril de 2009

INSEGURIDAD: ¿FANTASIA O REALIDAD?

Por Macarena Marina

Mucho se ha debatido durante estos últimos meses sobre La Inseguridad que mantiene en vilo a la sociedad argentina, luego de las fuertes declaraciones esbozadas por algunas figuras públicas y de los importantes cruces que se produjeron entre funcionarios del Poder Ejecutivo y miembros del Poder Judicial en torno a esta problemática socio-política, que no parece ser más que el resultado de un Estado ausente y con serias deficiencias para asegurar el orden público y el pleno goce de los derechos y libertades de los ciudadanos. Pero, ¿a qué se refieren cuando hablan de la inseguridad los argentinos? ¿A una simple sensación infundada por los medios masivos de comunicación o de una cruda realidad que golpea fuerte a todo el pueblo argentino?

Se puede apreciar cómo algunos enarbolan la propuesta de la "Mano Dura" como una única salida para combatir la inseguridad, y hasta se animan a apoyar la idea de implementar la Pena de Muerte. Otros, en cambio, minimizan la situación, como intentando tapar el sol con un dedo, llegando a afirmar que "la inseguridad es una sensación infundada por los periodistas" y que no responde a otra cosa más que a la manipulación política.

Sin embargo, la realidad ha demostrado que se trata de un tema aún más complejo, y la solución no parece ser tan lineal, ya que no reside exclusivamente en un tratamiento policial del problema, enfatizado en medidas que apuntan a la modificación del sistema judicial argentino, el saneamiento de las fuerzas de seguridad encargadas de combatir el crímen y la implantación de duros castigos a quienes cometen las infracciones. La solución tampoco parece ser la mera reducción del problema, entendida como una escapatoria a este escenario preocupante, de modo tal que no se puede hablar de una simple "sensación" que es infundada por los medios de comunicación, los cuales estarían abocados a "inflar" y "exagerar" el tema de la inseguridad. No se la puede reducir a una "sensación". Una sensación no mata, no roba, ni viola.

La inseguridad golpea como problemática social en forma transversal, castigando a toda la sociedad: ya no se trata de villas o countries, ricos o pobres, sino que impacta al grueso de la población argentina. La problemática está plagada de causas que explican sólo parcialmente el fenómeno, y ninguna propuesta de trabajo que no contemple el orígen multifactorial de este fenómeno social tiene chances de lograr éxito.

Drogas, alcohol, pobreza, impunidad, ausencia de justicia, una débil concepción del valor por la vida y la propiedad privada, una sociedad que ha perdido la cultura del trabajo, familias desintegradas, ausencia de diálogo en el hogar, una educación que muestra grietas, con códigos morales destruidos y una fragmentación despiadada, son solo algunos de los componentes de una larga nómina que en combinación, conforman el coctail que deriva en este desastre actual.

Cabe señalar que la relación entre el consumo de drogas y el delito aumenta, y que de este modo, terminan por producirse los homicidios salvajes que se suceden día tras día en las noticias que nos brindan los medios de comunicación. Así, el viejo punguista, el histórico descuidista, el legendario caco son hoy especies extinguidas, y hasta casi extrañadas con nostalgia, cuando actualmente cualquier jóven drogado roba y mata sin conciencia. Hasta la crisis de 2001 sólo el 20% de los internos en Casa del Sur (ONG vinculada a la rehabilitación de adictos a las drogas) tenía una vinculación con el delito. Esa proporción fue en aumento a medida que el "paco" amplió su universo de consumidores. En los últimos años explotó la situación, resultando esa proporción inversa: el 80% de los jóvenes adictos que se atienden están relacionados con el delito.

No podemos tildar de sensación a la inseguridad cuando en todo el Conurbano hay un robo a mano armada por hora y un homicidio cada cuatro. La cifra de arrebatos callejeros es aún más alarmante, puesto que en la primera quincena de diciembre se contabilizó uno cada tres minutos y medio. Así mismo, y en ese mismo período de tiempo, se registraron 6 mil arrebatos callejeros y 2.250 robos en salideras bancarias. Y se presume que se produce un asalto a una casa cada quince minutos. En cuanto a este delito, cabe señalar que durante los primeros seis meses de este año se contabilizaron 27 denuncias mientras que en el mismo período del año anterior sólo fueron diez. Además, un informe realizado por expertos en seguridad señala que en el Conurbano en la primera quincena de diciembre se registraron 1.295 robos de autos, 80 secuestros exprés y 150 abusos o violaciones.

Por su parte, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires confiesan percibir una gran inseguridad y un incremento del delito. Con referencia a la percepción general de inseguridad, los encuestados la calificaron como "alta" en el 71% de los casos. Tan sólo un 2% la califica como "baja". También se observa un sensible crecimiento de la percepción del incremento del delito: casi el 60% de los entrevistados cree que la inseguridad aumentó en el último año, mientras que un 37% afirma que la inseguridad es alta y se mantiene igual que el año anterior.

En diversos países se difunde la idea de apoyo a la "mano dura". A la luz de la experiencia y los datos disponibles para efectivamente reducir el delito habría que considerar otros aspectos. La mano dura, si no está acompañada de otro tipo de medidas, agrava el problema en lugar de solucionarlo. En la realidad de los países en los que rige, esta práctica ha llevado a empujar aún más lejos de la sociedad a los jóvenes en riesgo y llenar las cárceles de ellos.

No se trata de instalar un muro divisorio entre dos localidades, ya que de esta manera sólo se logra generar más escisiones y violencia entre los distintos sectores sociales. Tampoco se trata de montar un juego de Gran Hermano en plena ciudad de Buenos Aires, duplicando la instalación de aparatos de monitoreo en distintos lugares públicos y colocando cámaras para controlar las denominadas "zonas calientes".

Efectivamente combatir la inseguridad implica desarrollar políticas de desarrollo social, promoviendo la inclusión de todos los habitantes del país, con lo que se debe apostar a la educación. Se trata de un trabajo en conjunto entre los distintos ministerios, el poder judicial, y las fuerzas de seguridad, para así combatir los diferentes factores causales de este problema. Se requiere de políticas activas capaces de generar fuentes de trabajo, de alfabetizar, de proteger a las familias y a los servicios públicos. Para solucionar este problema de enorme relevancia en la agenda pública, es menester llevar adelante políticas integrales para poder combatir el problema en sus múltiples aspectos. Y de esta manera, efectivamente se podrá hacer de "Argentina, un país en serio".

1 comentario:

  1. bUENISIMAA notaa Macarena!:) cada vez me convencee que vas a ser la mejor!...saludos Perla !!!

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