jueves, 1 de abril de 2010

Guerra Por las Islas Malvinas: Y UN DÍA VINIERON...


Por Macarena Marina

“Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, bramaba Leopoldo Galtieri el 2 de abril del ‘82 frente a más de un millón de personas que lo vivaban fervorosamente frente a una Plaza de Mayo teñida de celeste y blanco, haciendo gala de su ferviente patriotismo. Es que hace 28 años dicho general anunciaba la inminente recuperación de las Islas Malvinas, la cual no comportaba otra cosa que el envío de miles de jóvenes argentinos a un enfrentamiento bélico cuyo fin último era encandilar y obnubilar vilmente a los argentinos disconformes con el régimen militar.

Cabe preguntarnos qué es lo que hay detrás de esa guerra que marcó con fuego una huella imborrable en toda una generación, ya que no podría aducirse jamás que simplemente se trató de un intento por recuperar dicho territorio argentino, sino que además implicó una hábil estrategia política por parte de los debilitados gobiernos de Margaret Thatcher y de Leopoldo Galtieri que vieron en la disputa por ese suelo una excelente oportunidad para favorecer su imagen pública y, por supuesto también, la situación política y social que atravesaban el Reino Unido y Argentina.

En 1982 Argentina ya llevaba 150 años reclamando la propiedad de las islas sin resultado diplomático alguno. Precisamente en ese año, expiraría todo derecho argentino de realizar cualquier tipo de reclamo a este respecto, de acuerdo a lo que establecían los tratados internacionales vigentes por aquel entonces.

Sin embargo, no se había llegado tan lejos en el enfrentamiento puesto que ambos países atravesaban cierto noviazgo comercial desde la independencia de España. Se trataba, vale aclarar, de una estrecha relación de complementación económica entre ambos países, en la cual Argentina –“El granero del mundo”- proveería a Inglaterra de materias primas (carne, granos, cuero, etc.) y ésta última aportaría a cambio manufacturas. No es un dato menor, que el Reino Unido haya resultado ser el principal comprador de productos argentinos.

Mas, finalizada la Segunda Guerra Mundial, el contexto internacional se presentaba sustancialmente modificado como consecuencia de dicha contienda. Inglaterra perdió su poder económico y político, el cual fue rápidamente tomado por Estados Unidos que se convirtió en una gran potencia mundial. Fue así como Inglaterra se dispuso a abandonar sus colonias y a desarrollar lo que recibió el nombre de “Revolución Verde”, una estrategia por la cual los ingleses comenzaron a producir sus propias materias primas, dependiendo así menos de las importaciones e iniciando una etapa de distanciamiento con el gobierno argentino.

Frente a una espesa situación social marcada por una enorme tasa de desempleo y por un escenario considerablemente empobrecido, y en vistas de un latente problema con sus flotas –que se hallaban en una situación de extrema decadencia- Margaret Thatcher accedió a involucrarse en la disputa. No se debe pasar por alto tampoco que los astilleros junto con la OTAN (Organización Tratado del Atlántico Norte) han fogoneado también dicho conflicto bélico, puesto que constituía una posibilidad excepcional para poner a prueba toda una nueva generación capaz de desarrollar un perfeccionamiento naval.

En un contexto no muy disímil que el de su contendiente, Argentina se ve dispuesto a enfrentarse con Inglaterra, con el único objetivo de desviar la atención de la población que empezaba a manifestar cierto descontento con un gobierno que hería de muerte a la industria nacional, lo cual conllevaba además gran desempleo entre los ciudadanos de la nación. Fue una estrategia para estimular cierto nacionalismo o patriotismo entre los argentinos, ahora unidos por ese sentimiento que despertaban las islas. Además, el gobierno de facto del general Galtieri cometió un grueso error que pagaría con más de seiscientas vidas humanas: no sólo no comprendió la estrecha relación entre Inglaterra y Norteamérica, sino que también pecó al ver en Estados Unidos un potencial aliado, en lo que sería una suerte de devolución de favores ya que Argentina había colaborado con su causa, la cual no respondía a otra cosa que una “guerra” contra la guerrilla y la subversión en Centroamérica.
Del mismo modo, sería una gran equivocación o una imperdonable omisión no mencionar los grandes intereses que podrían llegar a comportar las Fuckland en el terreno económico. Por un lado cabe señalar que es una de las plataformas submarinas más ricas en el mundo con importantísimas reservas de petróleo. Por otro lado, bien podría destacarse, como es de suponerse, la importancia que reviste en cuanto a la riqueza pesquera. Y finalmente, la cercanía de las islas con el territorio Antártico.

De este modo, no es difícil suponer que lo que hubo detrás de Malvinas fue un juego de intereses económicos, los cuales además ayudarían en el terreno político local de cada uno de los países en conflicto, para lo que colaborarían también los medios de comunicación jugando un rol crucial. En el caso de Argentina, fomentando entre la población un sentimiento de profundo amor por la patria y también por las islas, y llegando a afirmar –por ejemplo, y entre otras cosas- que se estaba ganando la guerra.

Corría el año 1982 cuando Leopoldo Galtieri pronunció frente a una plaza eufórica la frase que nunca olvidará ningún argentino. “Si quieren venir que vengan”. Ese fue el momento en que la Argentina comenzó a transitar el último conflicto bélico de su historia. La Patria era el motivo; la soberanía, la causa de la heroica locura. Malvinas fue una experiencia crucial que hizo crecer de golpe a miles de jóvenes, a los que puso cara a cara con la muerte, que los acechó durante los 73 días que duró el conflicto bélico.

Al regreso a su tierra, se encontraron con calles vacías. Acaso una madre o una novia, no más. El pueblo que los empujó a esa contienda no estaba allí para recibirlos. Para el 14 de junio de 1982, la guerra había terminado. Pero para los héroes de Malvinas, la batalla continuaba. El regreso era la nueva lucha, en él dejaron el fusil. Mas debieron armarse de mucha valentía para retomar una vida que les había sido arrancada de sus manos. El futuro que habían soñado, se había desvanecido. El presente se convertía en la batalla de enfrentar la vida con los recuerdos del horror y con los sonidos de la guerra. Más de 350 excombatientes decidieron no dar esa batalla, negándose a seguir y engrosando de esta manera la lista de los caídos.

1 comentario:

  1. que increibles tus palabras sobre el final, en verdad me encanta lo que escribis y como escribis, pero por sobre todo ese final tan intenso, es sinceramente increible como cerras ese articulo

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